sábado, 3 de agosto de 2013

Del tiempo y la memoria

Quería olvidar el pasado; no entendía que todo esfuerzo por enterrar la memoria es en vano.

Lo pasado queda escrito en el Libro. No puede cambiarse, ni borrarse. Por eso podría decirse que olvidar es dejar de ser, perderse en lo efímero, condenarse al vacío. Es claudicar de vivir y malograr el tiempo que nos ha sido dado.

Pero hay algo peor que olvidar y es no perdonar, negarse la redención. Pues aquel que no permite la salvación ajena nunca obtendrá la suya propia. Y el perdón es lo único que nos salva. El perdón de Dios, el de los hombres y el de uno mismo.

Pensó entonces que vivir es memoria y perdón, eso es el amor: mirar al pasado y perdonar es amar.

Parece mentira que ayer fuese ayer;
el tiempo es extraño,
como si para cada momento
el transcurrir de minutos cambiase;
sesenta segundos...
lo que al principio parecía eterno
para unos ojos cansados no es más
que un fugaz relámpago,
la vida que corre
y se derrama entre los dedos
de una mano arrugada.

Ya se cuela por entre las puertas y ventanas
la luz amarillo pálido que anuncia el otoño,
mientras Tú,
que ya no sientes el dolor del cambio
contemplas en silencio el mundo,
le das sentido a todo,
incluso al tiempo
que a mi, que Te conozco
ya no me parece tan insoportable.

11 de Septiembre de 2007