Quería olvidar el pasado; no entendía que todo esfuerzo por enterrar la memoria es en vano.
Lo pasado queda escrito en el Libro. No puede cambiarse, ni borrarse. Por eso podría decirse que olvidar es dejar de ser, perderse en lo efímero, condenarse al vacío. Es claudicar de vivir y malograr el tiempo que nos ha sido dado.
Pero hay algo peor que olvidar y es no perdonar, negarse la redención. Pues aquel que no permite la salvación ajena nunca obtendrá la suya propia. Y el perdón es lo único que nos salva. El perdón de Dios, el de los hombres y el de uno mismo.
Pensó entonces que vivir es memoria y perdón, eso es el amor: mirar al pasado y perdonar es amar.