En el camino encontró a otros, nunca como él. En el espejo que es a veces la vida se acostumbró a jugar a buscar las siete diferencias. Y a fuerza de comparaciones aprendió a desecharlo todo, a abrazar la soledad como propia y entenderla como el mejor estado del cuerpo, del ser.
Vamos a contar mentiras, a inundarnos de palabras, miradas, de silencios incómodos... hasta ignorarnos. Pasando, en definitiva, por todos los estados posibles de la materia. Hoy toca el gaseoso, en el que tu no alcanzas mi corazón, yo no alcanzo tu labios y los dos nos olvidamos, poco a poco el uno del otro...