sábado, 9 de mayo de 2015

tic, tac...

Si solo quedara un minuto
sesenta segundos para el fin
¿qué no harías?
Cómo alargar la distancia que separa
el ser de la nada.
O alzar el brazo, estirar el índice,
alcanzar la eternidad.
Todas las palabras sin pronunciar,
los besos reprimidos,
quédate un poco más...
¿Puede repararse lo pasado
cómo vuelven a juntarse las piezas de un vaso roto?
Marcharse feliz es vivir en plenitud.
Nunca digas nunca, nunca pares,
no acalles el sonido del fin,
mañana no existe así que derrocha cada instante.
Tantas cosas serían hoy distintas de haberlo sabido...
De haberlo sabido tal vez estaría contigo
y tu conmigo,
feliz ingenuidad del que no conoce la represión de la voluntad propia.

Prometo no volver a postergar lo que quiero,
por miedo a la inmediatez y la consecuencia.

Parece mentira que ayer fuese ayer;
el tiempo es extraño,
como si para cada momento
el transcurrir de minutos cambiase;
sesenta segundos...
lo que al principio parecía eterno
para unos ojos cansados no es más
que un fugaz relámpago,
la vida que corre
y se derrama entre los dedos
de una mano arrugada.

Ya se cuela por entre las puertas y ventanas
la luz amarillo pálido que anuncia el otoño,
mientras Tú,
que ya no sientes el dolor del cambio
contemplas en silencio el mundo,
le das sentido a todo,
incluso al tiempo
que a mi, que Te conozco
ya no me parece tan insoportable.

11 de Septiembre de 2007