jueves, 26 de febrero de 2015

siete horas y media

Llamaba siempre a las cuatro de la mañana, escuchaba como al otro lado alguien descolgaba el teléfono, preguntaba un par de veces con voz soñolienta, esperaba unos segundos y finalmente colgaba. Le gustaba disfrutar de ese momento de incertidumbre ajena, pero sobretodo lo hacía por el placer que le producía secuestrar el sueño de otro.

Un día el teléfono que sonó fue el suyo, de madrugada. Ilusionado por la novedad dejó que el ring sonara unas cuatro o cinco veces, saboreando cada pitido, en la oscuridad casi podía ver las moléculas de aire y polvo transmitiendo las vibraciones. Finalmente se decidió por descolgar, acerco el aparato a su oreja en silencio aspiró hondo y habló:

"insomnio hará su trabajo, el rescate se paga por adelantado..."

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Parece mentira que ayer fuese ayer;
el tiempo es extraño,
como si para cada momento
el transcurrir de minutos cambiase;
sesenta segundos...
lo que al principio parecía eterno
para unos ojos cansados no es más
que un fugaz relámpago,
la vida que corre
y se derrama entre los dedos
de una mano arrugada.

Ya se cuela por entre las puertas y ventanas
la luz amarillo pálido que anuncia el otoño,
mientras Tú,
que ya no sientes el dolor del cambio
contemplas en silencio el mundo,
le das sentido a todo,
incluso al tiempo
que a mi, que Te conozco
ya no me parece tan insoportable.

11 de Septiembre de 2007